NO ME GUSTA COSER.
Todo tiene una explicación y esta es la mía.
Mi madre y mi tía son unas forofas de la costura y desde mi más tierna infancia se propusieron que yo aprendiera a coser.
A mi no me hacía mucha gracia, pero no tenía ninguna escapatoria. Me enseñaron a pasar señales (pelusas) y a hacer hilvanes y ahí me tenían haciendo siempre lo mismo, según ellas porque era el primer paso del "Método Miyagui de costura".
Aunque sospecho que como era un latazo, me largaron la tareita a mi.
Hasta que ya no pude soportarlo.
Y me rebelé y me negué a seguir con esa tortura. Pero mi madre no se dio por vencida y me mandó a un corte (un taller donde te enseñaban corte, confección y costura)
Al principio no me disgustó demasiado pero la cosa se fue complicando. Con la primera camisa que me hice tardé cerca de cinco meses. Me hice un guardapolvo negro que quedó hecho un higo. Aunque lo peor fue la blusa de cuadritos lila y rosa.
Era una tela muy bonita pero muy castañosa de coser. Me tiré muchas horas cosiéndola y cosiéndola...
Hasta que por fín, la acabé. ¡No me lo podía creer!¡Había hecho una prenda que me la podía poner y además era hasta bonita! Pero claro, llegó la hora de lavarla...
Aún recuerdo a mi madre con cara de circunstancias sujetando con dos deditos la blusita tooooooda encogia. ¡Ni a la barbie le valía! Eso fue la gota que colmó el vaso
Pero el tiempo y la lastimita que me dan esas criaturitas que me encuentro toa despelotás en los mercadillos hicieron que lo que el viento se llevó, la pena lo trajera y ahí me véis de nuevo cosiendo.
Y esa es mi historia. Espero que la hayáis disfrutado y que tengáis una buena semana. Bezozzzzzzzz cosios e hilvanaos.