MI TÍA Y EL RECICLAJE

Hace tiempo que ocurrieron los hechos verídicos que os voy a relatar. Son de cuando los contenedores amarillos, los del plástico, se abrían completamente, no como ahora que te dejan dos agujerillos ahí de lástima por los que apenas cabe una bolsa pequeña.
Como cada tarde, mi tía Pepa cogió su bolsita de plástico del pryca con las gafas de cerca y unas fichas de parchís (se las traía a mi hijo) y su bolsita con los plastiquitos para reciclar. Aún no sabía lo que le esperaba, la pobre. Se acercó al contenedor y tiró ¡¡¡¡las dos bolsas!!!: "¡¡¡¡Aaaaaggggggghhhh, mih gafa... lah ficha der parshíiiiiiii!!!!". Se asomó al contenedor y por mucho que alargó el brazo no pudo echar mano de la bolsa. Pero pensando y pensando dijo como Vicky el Vikingo, ¡¡¡Ya lo tengo!!! y salió dispará para su casa. Al rato ya estaba de vuelta con la escoba. Estaba haciendo pesca ecológica en el contenedor intentando echarle la mano a ya sabéis qué cuando pasaron por allí dos vecinas : "¡¡¡Hoooola, Pepiiiii,....¿quillaaa, qué ehtá hasiéndo ahí?". "Pos ya vé, intentado cogé una bolsa que bla, bla, bla..." En este punto, mi tía y las vecinas ya tienen un objetivo común, el problema de individual ha pasado a ser colectivo. Ya no son tres marujas normales y corrientes, ya se han convertido en MARUJATOR y muy pronto esta transformación va a dar como fruto el plan eficaz y definitivo que termine con el rescate de la borsita der pryca de la Pepi. Pero no adelantemos acontecimientos.
"Mira, Pepi, yo en mi casa tengo una ehcalerita asín shiquitita de esa de alumnio lacá en blanco que me compré en la rebaja der moro de la ehquina, bla, bla, bla. Pos eso, que como mi hija ya me la ha devuelto porque la tuvo pa hasé la limpiesa que había empesao...bla, bla, bla...No transcribo el resto por razones obvias. El caso es que esta buena mujer trajo la escalerita y la puso al lado del contenedó. La otra vecina no estaba sin hacé ná, no, esa aguantaba la escoba y daba ánimo. Mi tía, sin temer el peligro que la acechaba, subió los peldaños, se sentó en el filo del contenedor y saltó dentro. ¿Sabéis qué pasa cuando en un contenedor que está lleno de cosas de plástico con mucho volumen pero vacías le cae un cuerpo de un metro cincuenta y setenta quilos de peso? Pues sí. Aquello que estaba hasta el borde hizo ¡¡PLUUUUUUF!! y se hundió hasta dejar a mi tía sin camino de vuelta a la superficie. A esta altura de los hechos, ni mi tía ni las otras dos podían hacer nada más que reirse cruzando las piernas pa no empapá las Tenas lady.
"¡¡¡¡Pepiiiiiiiiii, ¿Tá biéeeeeeen eeeen een en n?!!!!" (Eso é el eco)

"Siiiiii iii ii i, ya tengo la borsa orsa rsaa"

"Pos salte pa fuera era era a"

"Pos eso é lo que yo quisiera era era era, pero la pienna no me llega llega ega ega ega"

" A vé, arreguindate ar filito y sarta arta rta ta"

Pos vaya la ocurrencia de la otra y mi tía saltando dentro del contenedó no sé pa qué pa má cashondeo de vé er flequillo de mi tía ahora sí, ahora no, ahora sí, ahora no.
Pero la que aguantaba la escoba estaba allí pa argo:
"¡¡¡Pepiiiiiii, te echamo la escalerita te sube y bla, bla, bla!!!!"
Con la escalera dentro, mi tía pudo sentarse en el filo del contenedor, pasarle la escalera a una de ellas para que la pusiera por fuera y podé bajá al fin de aquella trampa mortá.
Esta es la misma que cargó con la pocas pecas gigante. Algún día os contaré más aventuras de ella porque tiene un buen repertorio, le pasa de tó.